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DE NINGÚN LUGAR

  • Foto del escritor: DEW ARIZA
    DEW ARIZA
  • 13 may 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 28 jun 2024

Vivir en un mundo privilegiado tiene, sobre todo, ventajas. Un techo, una cama y comida en mi plato, son básicos que nunca me han faltado. También, he tenido la suerte de poder tener y disfrutar de muchas cosas, así como no tener que vivir con preocupaciones que mucha gente sí que tiene. Una de ellas es vivir fuera de España (y del continente Europeo) en varios países, de una manera que yo considero bastante privilegiada. No me sobran los billetes pero, gracias a mi trabajo he podido viajar muchísimo, así como vivir en diferentes lugares. Es una experiencia absolutamente increíble, enriquecedora, fascinante pero tiene una cara B.



La cara oculta de vivir fuera, y de ese estilo de vida, es algo difícil de imaginar y explicar a quien no lo ha vivido, en especial si has estado fuera de tu país, en un lugar donde tienen diferente idioma y cultura. La sensación de soledad es abismal y la obligación conocerte a ti mismo es un agujero negro enorme del que no ves hasta donde llega. Una soledad transversal que atraviesa todos los ámbitos y aspectos de tu vida: tu casa no se siente tu casa, no tienes amigos, familiares, no tienes gente con la que contar, no hablas con gente a diario, no tienes planes, no tienes lugares de confianza, no tienes safe space, todo es nuevo, incluido (o diría, especialmente) tú mismo. Además, a parte de sentirte fuera de lugar donde vives, cuando vuelvas a casa, ya tampoco serás de allí: eres de ningún lugar.


Aunque no todo es malo (ya lo comentábamos al principio de este artículo), os doy unos trucos básicos para hacer más llevadera tu estancia fuera:




  1. Primero que todo, que tu casa se sienta tu casa. La mayor inversión que puedes hacer es una vivienda que sea –y también transformes– en un hogar. Que el lugar donde vivas sea tu ‘safe space’ y te sientas a gusto es de las cosas más importantes. Piensa en los pequeños detalles que hacen que el lugar donde te criaste/te sientas como en casa e intenta llevarlas a tu nuevo hogar. Hará que se sienta más acogedor y te sea más fácil adaptarte y sentirte bien.

  2. Aprender a estar solo. Un concepto que no me gusta del todo y que prefiero llamar: pasar tiempo de calidad contigo mismo. Pasar tiempo solo, hacer cosas solo, concerte, estar en silencio, leer, hacer deporte… Dedicarte tiempo a ti es, además de importantísimo, algo necesario. Al principio se hace cuesta arriba. Comienzas a ver y procesar cosas que tenías guardadas en la recámara (y conocerse a uno mismo no es un proceso fácil) pero, una vez pasado este tiempo, ves un mundo nuevo por descubrir. Y no, estar con el móvil o hablar con gente por teléfono no cuenta como tiempo en solitario.

  3. Haz todas esas cosas que te gustan (con o sin gente). Relacionado con la anterior, es importante que salgas de casa y hagas todos esos planes que te apetecen, tengas con quien hacerlos o no. Es una manera increíble de disfrutar de las cosas que te gustan y además, si no estás “empantallado” con el móvil, puedes conocer gente allí. Por ejemplo, uno de los lugares en los que más gente conozco siempre es cuando voy sola a conciertos (y es increíble).

  4. (Volver a) aprender a hacer amigos. Porque sí, no es nada fácil. Cuando uno se va fuera, en un entorno académico, hacer amigos y conocer gente es MUY fácil. Otra historia es cuando te mudas por trabajo (en especial si teletrabajas como yo). Literalmente, se te agotan las ideas para poder conocer gente y hacer amistades. Os doy un par de trucos. El primero es buscar un hobby (si no lo tienes ya) que sea con gente. Desde un deporte, a apuntarte a clases de algo, como idiomas, cerámica, tenis, boxeo... Allí conocerás gente y como mínimo tendrás una cosa en común. También, si no puedes permitirte apuntarte a algo, existen un montón de cursos y actividades gratuitas que puedes hacer.

  5. Vivir el presente. Romantizar tu vida, vaya. Es fácil entrar en un bucle de negatividad cuando estás lejos de la gente que quieres. Envenenarte y sólo ver lo negativo del lugar donde estás viviendo puede ser un lugar difícil del que salir. A mi, particularmente, me ayuda pasar tiempo sola, e intentar centrarme en las cosas que me aportan este sitio nuevo y, en especial, aquellas cosas que tengo o puedo hacer aquí aquí y en mi ciudad/pueblo no. 


En la segunda parte, os hablaré de otros aspectos especialmente positivos de vivir fuera y del estilo de vida tan poco convencional que he llevado desde los 19 años.


¿Y a ti? ¿Qué te ayuda a sentirte “como en casa”?


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