CRÓNICA DE UN FIN DE GIRA CON LA PAINS
- DEW ARIZA
- 24 mar 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 2 jul 2024
Una de las cosas que más me gustan de este mundo es alojar a mis amigos. Que me visiten es una de las mayores suertes que tengo. Mejor dicho, tener gente que me quiera y que me visite es la mayor suerte que tengo.
Hace un par de findes tuve esa suerte de vivir dos de mis cosas favoritas: hospedar gente e ir a hacer fotos a músicos–aunque mis favs sean los días de estudio–. Para más INRI, ella es mi amiga, compañera de trabajo y ex compañera de piso: LOLA, o como fui a verla, LA PAINS.

Después de hacer un viaje en coche desde Barcelona hasta Madrid, no tardó en encontrar mi casa (suertuda de tener aparcamiento). Me llamó por teléfono y bajé. Cargada de camisetas, discos, instrumentos, muchos más cacharros, un Golf gris y una sonrisa en la cara. Así es ella, aunque absolutamente destruida, con cientos de kilómetros encima y apenas habiendo dormido, nunca tiene un mal gesto, una mala palabra y nunca le falta una sonrisa allá donde llega. “Como en casa”.
Sabía que ella iba a tener un finde movidito así que intenté hacerle la vida lo más fácil posible. Le di mi pack de bienvenida que tienen mis invitados, y la dejé con sus cosas.
Al día siguiente se presentaba una jornada intensa, llena de emociones y, nada más que el último concierto de la gira. Me ofrecí a llevarle las cosas a la prueba de sonido. Y así lo hice. O lo intenté.
Al ser en 8M en la capital, las manifestaciones convocadas por la mañana y por la tarde, y la magnitud de estas, junto con que el concierto más céntrico no podía ser, nos complicó la maniobra más de lo debido pero, después de que mi taxista se perdiese 6 veces, dejarme lo más cerca que pudo, y una caminata interesante cargada de cosas, LOGRÉ LLEGAR.

Y aquí comienza la verdadera aventura. Vivir desde dentro un ambiente lleno de energías, emociones a flor de piel y con el auténtico privilegio de encargarme de inmortalizar todo aquello en unos cuantos negativos para nunca olvidar lo que se vivió y se sintió allí. Y sin cobertura. CADAVRA, sala en la que he estado en otras ocasiones también haciendo fotos, es un búnker que para el tiempo, que te obliga a vivir el momento y a no distraerte. Estuve absolutamente incomunicada desde las 7 de la tarde hasta la 1 de la mañana (y qué sensación).
Como buen fin de gira y momentos de última hora, en la prueba de sonido no faltaron problemas aparentemente imposibles que al final no son para tanto. Una prueba ya digna de concierto, era la antesala de lo que nos encontraríamos más tarde.

Empecé a ver caras conocidas. Los reencuentros en estos lugares son algo muy especial. Hay gente que sólo veo allí. Da igual el tiempo que pase, siempre es algo que uno espera, y me parece un momento contenido lleno de magia. Aunque sea un simple hola. Todos estos pequeños detalles y momentos, capas y capas de emociones que se van apilando, es lo que lo hace tan único y especial y hacen que todo cobre sentido.
Aquello empezó a llenarse hasta que no cabía ni un alfiler. No dábamos crédito. Yo cambiaba a duras penas (y con ayuda de alguno de mis encuentros conciertísticos) los negativos de mi cámara.
El disco de este concierto es muy particular. El concierto fue un viaje emocional y de estilos y géneros por el que LA PAINS nos llevó y guió, en un barco en el que estábamos todos.

Una travesía que comienza por la letra R (de Raíces, el nombre de su disco), hablándonos de su Loja natal, sus diferencias, desacuerdos y malestar con ella. Sigue con A: Málaga. Lugar donde estudió y vivió muchos años, nos llena de sol, de playa, de vacaciones… Para seguir con la I (Ice), representando el hielo, el frío y una de sus experiencias vitales más enriquecedoras que ha vivido: su año en Suecia. C nos lleva a la época de su vida más intensa y en la que se enamoró de la ciudad donde vivía (y vuelve a vivir ahora) Barcelona. Una pausa en su viaje es la inspiradoras tierras gallegas en E, una canción que tiene varias canciones, momentos y estados de ánimo, para finalmente acabar en los orígenes: S. S nos trae a la casilla inicial, Loja, pero ya reconciliadas con la tierra madre, el hogar y el lugar que la vió crecer.
Todo esto, junto con alguna canción nueva en exclusiva (que podremos escuchar pronto), llevó al público a un viaje emocional, lleno de altibajos, perfectamente equilibrados, en el que todos nos quedamos prendados, sin olvidarnos de su flauta travesera, al que todo el mundo le encanta (me incluyo).

Después de muchas fotos, mucha música y muchas emociones, fin. Fin de gira. Después de todos los kilómetros que se había hecho, de los problemas técnicos, de diferentes públicos, lugares, aforos, … El ciclo se cierra. Un proyecto que he visto crecer desde sus inicios y del que espero hablaros mucho más.
Nos deja una sensación agridulce, nostálgica y emocional. Una sensación adictiva que es la que me tiene enganchada desde los 18 años a este mundo que tanto admiro y amo y en el que espero estar muchos años (y del que no tengo ni idea): la música, los músicos y la magia que se crea en torno a ellos.
Por último agradecer por hacer un concierto de 10 tanto a LA PAINS, como a todos los artistas que se encargaron de hacer una noche inolvidable: a Patricia Lint, a Elena Mesa, a Juan, a Manu, a las chicas de El Piti de la Suerte ... y a todos los que hicieron que todo funcionase a la perfección y que nos fuésemos a casa con una sonrisa.
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